Melanie Flint
Respiré hondo. Vamos, Mel,
ya estás aquí, no seas cobarde, aprieta el timbre de una vez. Eso hice, llamé y
un minuto después, la madre de Louis me abrió la puerta.
- ¿Se acuerda de mí? –dije
tímida.
- ¿Y tú te acuerdas de que
te dije que no me llamaras de usted? –dijo ella sonriéndome.- ¿Qué tal estás?
–dijo y dirigí mi mirada al suelo.- Oh, preciosa lo siento, ha sido una
pregunta tonta.
- No es nada.-sonreí.-
¿Está…él? –pregunté.
- Claro, pasa, que te vas a
congelar ahí fuera.-entré con ella y las gemelas cruzaban en ese momento el
pasillo correteando.- No corráis, os vais a caer.-al instante pararon.
- Hola chicas.-las saludé.
- ¡Mel! –dijeron las dos a
la vez y vinieron hasta donde estábamos, me agaché para quedar a su altura y me
abrazaron. Eran adorables.
- ¡Hoy es el cumple de
Louis! –dijo entusiasmada Daisy. Reí.
- Sí, lo sé.
- ¿Eres su regalo? –preguntó
Phoebe.- Le hemos preparado una fiesta, ¿te vas a quedar?
- No lo sé, pequeña.-le
sonreí. Y entonces aparecieron las dos que faltaban.
- ¡Hola Melanie! –me
saludaron las dos con un beso en la mejilla.
- Creí que ibas a venir con
Louis.-dijo Fizzy.
- Vale ya de tantas
preguntas chicas, creo que ha venido a algo importante, ¿verdad? –dijo Jay.-
Está en su habitación, sabes donde es. Suerte preciosa.
- Gracias Jay.-sonreí y me
dirigí al salón para subir al piso de arriba.
- ¿Ha pasado algo con mi
hermano, Mel? Está rarísimo desde que llegó, mamá lo sabe pero nadie me cuenta
nada.-dijo Lottie a mi lado, acompañándome a la habitación.
- Ha sido un malentendido.
Eso es todo.-le contesté.
- Espero que se
solucione.-dijo.- Hacéis buena pareja, me gustas para mi hermano.-sonreí.
- Eso espero yo también.
Gracias pequeña.-besó mi mejilla y me quedé sola frente a la puerta de su
habitación que estaba cerrada. Llamé suavemente con la mano.
- Mamá, ya te he dicho que
quiero estar un rato solo aunque sea mi cumpleaños.-sonó su voz al otro lado de
la puerta.
Decidí abrir la puerta y
entrar. Estaba tumbado en la cama, mirando al techo con los ojos cerrados.
Louis Tomlinson
Desde que había llegado a
Doncaster no había parado de pensar en ella ni un solo momento, pasaba los días
tumbado en la cama pensando en cómo había podido hacerme eso, dándole vueltas,
buscando una razón que no encontraba. Se lo había contado a mi madre y según
ella debería haberla escuchado y hacer frente a los problemas.
Era mi cumpleaños, “si
vamos, uno de los mejores que voy a pasar, aquí, amargado completamente”, mi
madre estaba empeñada en que saliera de la habitación, creo que tenían
preparado algo así como una fiesta. Mis ganas de ir a una fiesta eran nulas,
cero, pero lo tendría que hacer por ellas, mi madre y mis pequeñas que
seguramente lo habrían preparado con ilusión durante varios días, sí, pero eso
no iba a impedir que siguiera encerrado hasta la hora de la fiesta.
Llamaron a la puerta, las
madres podían ser realmente pesadas, sé que ella solo quiere que esté bien y agradezco
que se preocupe por mí pero hay momentos en que uno necesita estar solo, aunque
da igual, ellas nunca lo entenderán.
- Mamá, ya te he dicho que
quiero estar un rato solo aunque sea mi cumpleaños.-grité para que me
escuchara. Aun así escuché que la puerta se abría. Me incorporé.- Mamá, de
verdad.-no continué al verla allí. ¿Qué hacía ella aquí?
- No es bueno que uno esté
solo en su cumpleaños.-dijo evitando mirarme a los ojos.
- Supongo que no, pero es lo
que me apetece.
- Pues yo no voy a irme hasta
que no hablemos.-dijo seria.
- Creo que quedó todo
bastante claro el otro día.- La quería, mucho, más de lo que nunca hubiera
podido imaginar que llegaría a querer a alguien pero mi cabeza me decía que vi
lo que vi y era muy cabezón.
- No, por supuesto que no quedó
nada claro el otro día, no tienes ni idea de lo que pasó.- Sí, igual de
cabezota que yo.
- Y supongo que no me vas a
dejar en paz hasta que te escuche, ¿verdad?
- Exactamente.-contestó
esbozando una pequeña sonrisa. Esa sonrisa que me volvía loco.
- No me queda más remedio
entonces.-refunfuñé volviendo a cerrar los ojos. Mi cabeza no hacía más que
decirme que no podía perdonarla, que había visto cómo se besaba con él, cómo me
engañaba. En cambio, mi corazón decía que la escuchara y que corriera a
abrazarla. Escuché como soltaba un suspiro antes de empezar a hablar.
- Sé que me viste besándome
con Jake.-¿Lo reconoces, Mel? Ahora si que me he quedado sin palabras.- Bueno
más bien, me besó él. Pero te perdiste la mejor parte.-soltó una pequeña risa.
¿Esto qué es? ¿Dónde tiene la gracia? No lo entiendo, encima me va a contar los
detalles al parecer.- Le pegué una bofetada por hacerlo.-inconscientemente una
sonrisa se apoderó de mi cara.- Y eso fue todo lo que pasó, me besó a la fuerza
y se llevó su merecido, sabes perfectamente que nunca te engañaría, sabes que
no soy así pero sobre todo sabes, o al menos deberías saber, lo mucho que te
quiero, Louis. Puedes creerme o no, pero te puedo asegurar que solo pasó eso y
que por supuesto no significó nada para mí.-escuché sus pasos por la
habitación, en dirección a la puerta.- Solo me queda pedirte perdón por el daño
que haya podido causarte.-suspiró.- Pásalo bien en la fiesta.-y oí que cerraba
la puerta.
Me levanté de la cama. ¿Qué
narices había hecho? Me lo había explicado todo y tenía sentido, la verdad, y
yo soy un completo imbécil y al no decir nada se ha marchado, pensando
seguramente que no quiero verla ni en pintura. Idiota, más que idiota. Fui a
abrir la puerta para salir a buscarla pero tropecé con algo. Un paquete,
envuelto en un papel brillante de color azul, tenía una pequeña tarjeta: “¿Eres
el Tommo Tomlinson? –sonreí.- Entonces ábrelo, esto es para ti” Quité el papel
rápidamente y abrí la caja, lo primero que había era una nota.
“¡Felicidades! Y ¡Feliz Navidad! Esto de que hayas nacido el mismo día
de Navidad es fastidioso, ¡tengo qué pensar dos regalos! No es justo, tengo que
pensar el doble. Seguramente ahora te estarás riendo, ¿verdad Tomlinson? –tenía
razón, no había podido evitar reír ante ese comentario.- Bueno, a lo que íbamos, después de darle muchas vueltas he pensado
hacerte los dos regalos en uno, y sí, está todo en esta cajita, aunque te
parezca que no va a ser gran cosa. Tienes dos sobres, el que tienes que abrir
primero es el azul, es una especie de juego. Sigue leyendo esto antes de ponerte a ver todo lo que hay dentro, que
nos conocemos.-dejé la nota sobre el escritorio y abrí el sobre azul, saqué
lo que había dentro, eran fotos nuestras, pero antes de verlas detenidamente,
la hice caso y continué leyendo.- Tienes
que adivinar cuándo nos hicimos cada foto, la solución está escrita por detrás,
pero ¡no hagas trampas! –sonreí y empecé a ver las fotos. En la primera
salíamos en Hyde Park, sin duda cuando nos conocimos, el día del Tour por
Londres, giré la foto “El día del tour, recuerdo que me llamaste pesada, muy
mal, Louis, muy mal” Reí de nuevo y pasé a la siguiente. En la playa, grabando
el videoclip. “Este mini viaje fue genial a excepción de mi bigote, lo mejor,
por supuesto, tú caída en mi trampa”. Después había una en la que salíamos
bastante arreglados, debía ser en la fiesta de cumpleaños de Niall “El
cumpleaños de Nialler, en aquella fiesta pasaron dos cosas: me llamaste enana por primera vez, que sepas que no
me gustaba nada que me llamaran así, hasta que me lo dijiste tú, y la segunda:
interrumpieron lo que hubiera sido nuestro primer beso” Quedaban tres fotos,
una en la playa de Los Ángeles “Otra vez allí, un viaje inolvidable con el
chico perfecto”, otra el día de los bolos “Una derrota que trajo muchas risas
para nosotras” y en la última salíamos dándonos un beso, el último día antes de
vacaciones en Londres, cuando salimos a cenar, cuando todo estaba bien entre
nosotros “Nuestra foto más bonita, en mi opinión.” Dejé las fotos al lado de la
caja y cogí de nuevo la nota.- ¿Qué tal
ha ido? ¿Las has adivinado o has fallado todas? Sí has acertado continúa si
no…bah, abrirás el otro sobre de cualquier forma. Espero que te guste lo que
hay dentro, quizás no sea nada caro ni de marca pero creo que es especial y eso
quería que fuera el primer regalo que te hacía: especial. Pensarás seguramente
que es cursi, idiota, bobo, pero me da exactamente igual porque así soy yo:
cursi, idiota, boba. –“Lo eres” pensé, “MI cursi, MI idiota, MI boba”-Venga, Tommo, sé que te mueres por saber qué
hay dentro, así que te dejo que lo veas tranquilamente. Te quiere, una enana.”
Cogí el otro sobre, de color
amarillo, en él había varias tarjetas de colores, escritas por ella, empecé a
leerlas:
“Vale por una sonrisa.”
“Vale
por una zanahoria.”
“Vale
por un café del Starbucks.”
“Vale
por una pelea en la nieve.”
“Vale
por un día de compras.”
“Vale
por una salida al cine.”
“Vale
por un día de picnic.”
“Vale
por una tarde en casa, acurrucados en el sofá.”
“Vale
por una cena romántica.”
“Vale
por un desayuno en la cama.”
“Vale
por miles de besos.”
“Vale
por un millón de te quiero’s.”
Dejé todo en el escritorio y
salí corriendo de la habitación. Mi madre estaba con las demás en el salón.
- ¿Se ha ido? –le pregunté.
- ¿Qué le has dicho? Ha
salido llorando de aquí.-contestó mi madre. Mierda, mierda, mierda.
- Nada.
- ¿Cómo que nada?
- Eso, me he quedado callado
como un imbécil.
- Mamá, Louis ha dicho una
palabrota.-me acusó Phoebe.
- ¿Qué has hecho qué? Hijo, siento
decirte que sí, efectivamente eres tonto. Haz el favor de ir a buscarla ahora
mismo y arreglarlo todo, no quiero verte más días por aquí como un alma en
pena.-Asentí, cogí el abrigo y salí rápidamente de casa. Esperaba que no se
hubiera subido al tren de vuelta a su casa.
Melanie Flint
No decía nada, seguía
tumbado en la cama sin ni siquiera abrir los ojos para mirarme, eso me hacía
pensar que no tenía solución.
- Pásalo bien en la
fiesta.-saqué de la mochila la caja de su regalo, lo dejé en el suelo y salí de
la habitación, cerrando la puerta tras de mí. Me apoyé en la pared del pasillo
mientras las lágrimas, imposibles de controlar ni un segundo más, caían por mis
mejillas. Respiré hondo, me las limpié con la manga del jersey y bajé para irme
de allí. Me encontré con Jay y las niñas en el salón.
- ¿Qué ha pasado, cielo? ¿Le
has dicho todo lo que me habías contado antes? –Sí, se lo había contado antes
de hablar con Louis. Asentí con la cabeza.- ¿Entonces?
- No tiene solución, no me
cree y lo entiendo, prefiere fiarse de lo que vió aunque yo desearía que no
fuera así.-le dije intentando mantenerme fuerte.- Gracias por todo, Jay.-me
abrazó.- Adiós chicas.-me despedí de ellas con la mano y salí de allí.
Hacía frío en la calle, pero
poco me importaba, empecé a caminar, sin prisa y sin dirección por las calles
de Doncaster mientras volvía a derrumbarme. No podía creer que todo hubiera
terminado así, me negaba a creerlo pero era lo que había sucedido, había hecho
todo lo posible pero había sido inútil.
Seguía andando cuando
escuché que alguien me llamaba.
- Mel, Mel, espera por
favor.- Su voz. ¿Era él o alucinaciones mías? Miré hacia atrás. No, no eran
alucinaciones, corría hacia donde estaba yo, intentando alcanzarme. Paré de
caminar y unos segundos después estaba frente a mí.
- ¿Qué quieres, Louis? –le
dije.- Me ha quedado ya todo muy claro, me iré y haremos como que esto no ha
pasado y repito, siento si te he hecho daño.
- No, no, espera por
favor.-me pidió.- Mel, lo siento, perdón por no haberte escuchado y haberme ido
así, sin dejar que me explicaras pero es que solo pensar en la idea de que
podrías elegirle a él antes que a mí, me mataba por dentro, -cogió mi cara con
sus manos, haciendo que nos miráramos a los ojos y que me perdiera en los suyos,
unas veces grises, otras más azules.- Sé que me he comportado como un idiota
hace un rato, debería haberte dicho algo.-juntó su frente con la mía, cerrando
los ojos.- Perdóname, perdóname, perdóname.-susurró varias veces.
- Calla y bésame de una vez.-susurré
a lo que él respondió con una sonrisa, haciendo segundos después que nuestros
labios se juntaran mientras nuestras lenguas empezaban con su juego favorito.
- Te quiero enana.-dijo
cuando nos separamos escasamente unos milímetros.-
- Te quiero Lou.-ambos
sonreímos.
- Vamos a casa.-dijo cogiéndome
de la mano, haciendo que nuestros dedos se entrelazaran.- ¿De verdad fuiste
capaz de pegarle? –dijo andando de nuevo hasta su casa. Asentí.
- Se lo merecía y no solo
por besarme, aún me la debía por haberme engañado.-contesté y él rió.
- Eres muy rencorosa.-dijo
sonriendo.- Pero tenías toda la razón, tus labios solo los puedo besar yo.
- Exclusivamente tú.-dije
antes de que me robara un pequeño beso.
Hey girls! Aquí tenéis otro capitulo más, espero que os haya gustado. No sé cuando podré subir el siguiente porque esta tarde me voy a León a pasar el fin de semana y no voy a poder escribir y luego, entre semana tengo un montón de trabajos que hacer para la uni así que...bueno, escribiré cada vez que tenga un ratito los últimos capitulos :) Gracias por todo. Love you all <3