Melanie Flint
Era un viernes de octubre en
el que afortunadamente no teníamos clase. Vic y Anne seguían dormidas cuando me
desperté. Me metí al baño, me di una ducha y tras ponerme unos vaqueros, una
sudadera rosa con una camiseta de manga corta dentro y las converse rosas, me
dispuse a salir aunque no me dio tiempo.
- Mel, ¿dónde vas? –preguntó
Vic.
- A desayunar, ¿por?
–contesté.
- Tengo algo para ti.-dijo
rebuscando en un cajón de su mesilla.- Toma.-y me entregó un papel.
- ¿Y esto?
- Para ti.-dijo de nuevo.
- ¿De parte de quién?
- Tengo prohibido
decírtelo.-dijo.- Me voy a dormir un rato más.-dijo dándose media vuelta en la
cama.
- Hasta luego.-dije con la
nota en la mano, pensando de quién podría ser.
Salí de la habitación y leí
lo que ponía.
“¿Estás aventurera hoy? ¿Te
apetece ir de compras? ¿Y ver un sitio estupendo? Si tu respuesta es un sí a
todas las anteriores o a cualquiera de ellas, ve al parking de la universidad,
hay alguien a quien quieres mucho que te estará esperando por la mañana para
llevarte a pasar un día estupendo. Te preguntarás dónde pero no puedo
decírtelo, pensarías que es una gran locura y tu respuesta sería negativa de
inmediato.”
Fui a la cafetería y cogí un
paquete de galletas de chocolate, me las fui comiendo mientras andaba al
aparcamiento y pensaba en quien podría haberme mandado la nota. Solo se me
ocurría un loco que podría tener estas ideas: Louis, así que sin dudarlo y sin
pensarlo dos veces, iría donde quisiera que fuese que íbamos a ir. Esperé
encontrármele a él en el parking pero me equivoqué.
- ¿Liam? –pregunté
acercándome a él.
- Buenos días, Pecas.-me
saludó con un beso en la mejilla.
- ¿Esto es idea tuya? ¿Dónde
vamos? –pregunté de nuevo.
- Conmigo a ningún sitio,
tan solo soy el intermediario.-rió.
- Ya me parecía a mí que tú
no estabas loco.
- Por lo visto tú sí.
- No tenía nada mejor que
hacer hoy.-reí.
- Vamos, anda.
Subimos a un taxi que estaba
esperando allí, en medio del trayecto me tuvo que tapar los ojos con un
pañuelo.
- ¿Esto es necesario, Liam?
Sabes que odio ir a ciegas.-dije.
- El loco lo ha ordenado,
piensa que si no, te arrepentirás.-resoplé.
Me ayudó a bajar del coche y
me cogió de la mano para guiarme. Oía mucho ruido por lo que debíamos estar en
un sitio con bastante gente.
- Ponte esto también.-dijo
Liam dándome unos auriculares.
- ¿En serio? –reí.
- Tu haz lo que te
digo.-insistió Liam. Me los puse y empezó a sonar la música que había en la
radio en aquel momento.
Seguimos andando un poco
más, subiendo incluso escaleras mecánicas. No entendía a qué venía todo esto.
Ahora parecía que estábamos en una especie de tubo, subimos unos escalones más
y con un toque en el hombro me indicó que me sentara. Me besó en la mejilla
cuando estuve sentada e inmediatamente me quité los cascos.
- Pasadlo bien.-me dijo y no
me dio tiempo a decirle nada más porque escuché sus pasos alejándose de donde
yo estaba.
Noté que estábamos en un
sitio cerrado y que se movía puesto que empecé a escuchar el sonido de un
motor. Unas manos desabrocharon el nudo que Liam había hecho en el pañuelo y
efectivamente, no me había equivocado al pensar que el loco era Louis. Ahí
estaba, a mi lado, mirándome con sus impresionantes ojos grises y esa sonrisa
por la que había perdido sin darme cuenta la cabeza.
- Espera, Lou, estamos en un
¿avión? –antes de que el pudiera confirmármelo, se le adelantó la azafata
indicándonos que nos abrocháramos el cinturón de seguridad para despegar.
- Si, eso parece.-sonrió.
- ¿Dónde vamos? –pregunté
mientras el avión se dirigía a la pista de despegue.
- Lo verás cuando
lleguemos.-dijo.
- Estás loco.-dije negando
levemente con la cabeza.
- Eso no es nada nuevo.-y
sonreí dándole la razón.
Louis Tomlinson
- Ya sabes lo que tienes que
hacer.-le dije a Liam antes de salir de casa.
- Claro, no te preocupes, yo
me encargo de ella.-respondió y salí de allí.
Bajé a por el coche y salí
en dirección al aeropuerto. Había conseguido volar hasta Los Ángeles en el
avión privado en el que viajábamos todos cuando fuimos la última vez. Me metí
en el avión y me senté en uno de los asientos a esperarla, si es que aceptaba,
claro. Miré el reloj, si lo hacía, en media hora más o menos debería aparecer
por aquí. Me entretuve escuchando un poco de música y unos cuarenta y cinco
minutos después, vi llegar a Liam con ella de la mano, con los ojos tapados y
los auriculares puesto, tal y como le había dicho. La trajo hasta mí y en
cuanto se sentó, se quitó los cascos, él la besó en la mejilla.
- Pasadlo bien.-dijo antes
de irse y de desearme suerte. Articulé un “gracias” y después desapareció de
allí.
Le hice una señal a la
azafata para que le indicara al piloto que ya podíamos irnos y después
desabroché el nudo del pañuelo que no la dejaba ver.
- Espera, Lou, estamos en un
¿avión? –dijo mirando por todas partes, sonreí y la azafata nos dijo que nos
pusiéramos el cinturón de seguridad.
- Si, eso parece.-dije.
- ¿Dónde vamos? –preguntó
cuando el avión empezaba a moverse.
- Lo verás cuando
lleguemos.-contesté.
- Estás loco.-dijo negando
levemente con la cabeza.
- Eso no es nada nuevo.-dije
y ella me regaló una de sus sonrisas dándome la razón.
Durante el vuelo fuimos
hablando de todo un poco, riendo, escuchando música a ratos y otros jugando a
las cartas.
- ¿Falta mucho para llegar?
–preguntó y miré el reloj.
- Aún nos quedan unas tres
horas o así, duérmete un poco si quieres.
- La última vez que viajé
contigo y me dormí, mi foto acabó en twitter.-reímos los dos.
- Prometo no hacerlo de
nuevo, esta vez lo digo de verdad.-dije.
- Te mataré si vuelves a
hacerlo.-dijo cerrando los ojos, apoyando la cabeza en el respaldo del asiento
y sonreí.
Se durmió a los pocos
minutos y poco a poco su cabeza fue cayendo de lado hasta quedar apoyada sobre
mi hombro, apoyé ligeramente mi cabeza sobre la suya y al rato, me dormí yo
también.
Un suave golpe en el brazo
hizo que despertara, abrí los ojos y me encontré con la cara de la azafata.
- Vamos a aterrizar, tenéis
que poneros el cinturón.-dijo.
- Claro, gracias.-contesté y
fue a sentarse para prepararse para el aterrizaje.- Mel.-susurré, aún seguía
dormida sobre mi hombro.- Mel.-acaricié su mejilla y abrió los ojos.-
Despierta, enana dormilona, estamos a punto de aterrizar.
- Al fin podré saber dónde
demonios estamos.-dijo incorporándose y nos pusimos el cinturón de nuevo.
- Ese vocabulario,
señorita.-dije riendo y ella me sacó la lengua.
Melanie Flint
Cuando bajé del avión y
salimos del aeropuerto no podía creer donde estábamos.
- No me lo puedo creer.-dije
mirando aquellas tres enormes letras “LAX”.- Estás más loco de lo que
pensaba.-me miró sonriendo.
- Veo que no te gusta nada
donde te he traído.-dijo él sonriendo.
- Para nada.-me quité la
sudadera y me la até a la cintura con un nudo. Hacia sol y una temperatura muy
agradable.- ¿Y ahora qué?
- Ahora vamos al
hotel.-respondió.
- ¿Hotel? ¿Cuánto vamos a
estar aquí? No tengo nada de ro.-me interrumpió.
- ¿Leíste bien la nota?
–asentí con la cabeza.- Ahí decía que iríamos de compras.
- Tampoco traje dinero, solo
he venido con el móvil.-dije sacándolo del bolsillo del vaquero.
- ¿Quién ha dicho que tengas
que pagar tú nada? –Y sin dejarme replicar más, subimos a un taxi que nos llevo
hasta el hotel.
Estaba al lado de la playa,
entramos y después de dar su nombre, le entregaron la llave de dos habitaciones.
Nos montamos en el ascensor y subimos a la cuarta planta, andamos un poco por
el pasillo hasta llegar a nuestras habitaciones.
- Toma, la 416 para ti.-dijo
dándome la llave.- La mía es la de al lado. Te espero en media hora abajo para
ir a hacer esas compras.
- Señor, sí, señor.-dije
riendo.
- Media hora.-repitió
mirándome.
- Que sí, lo he entendido,
media hora.-dije haciéndole burla y abrí la puerta para entrar en la
habitación.
Era enorme. Con una cama de
matrimonio a la que fui directamente a tumbarme, un armario bastante grande y
una televisión. Al rato me levanté para ir a cotillear el cuarto de baño,
enorme también con una gran bañera. Me lavé la cara para despejarme un poco,
miré la hora en el móvil y decidí bajar ya para no llegar tarde. No pude evitar
pensar el porqué de todo esto mientras estaba en el ascensor, aunque no se me
ocurría ninguna razón. Salí del ascensor y le vi apoyado en la pared, mirando
por la ventana de la recepción, sonreí y me acerqué despacio por detrás.
- ¿No había habitaciones más
grandes para una persona, no? –dije riendo y se sobresaltó.
- No vuelvas a hacer eso,
enana.-dijo mirándome.- Y no, no las había.-reímos los dos.- ¿Lista para ir de
compras?
- Sabes que para eso lo
estoy siempre.-sonreímos y salimos del hotel.
Estuvimos andando por las
calles del centro de Los Ángeles y entrando en casi todas las tiendas, al
final, volvimos al hotel después de comer, cargados con un montón de bolsas
cada uno.
- Estoy agotada.-dije frente
a la puerta de la habitación.
- Te dejo descansar una hora
y luego ponte el bikini ese que te has comprado, vamos a pasar la tarde en la
playa.
- Querrás decir el que
prácticamente me has obligado a comprarme.-dije y él rió.
- Si te gusta más decirlo
así.
- Pienso pagarte toda esta
ropa en cuanto lleguemos a Londres.-dije mirando todas las bolsas que llevaba.
- Ah no, ni se te
ocurra.-contestó.
- Por supuesto que lo haré.
- No.
- Sí.
- No, tómalo como un regalo
por mi parte.-dijo y resoplé.
- No entiendo nada.-dije
mirándole.
- ¿De qué?
- Todo esto, no sé a qué
viene.-sonrió mirándome.
- Hay una razón que sabrás
esta tarde, tú solo déjate llevar.-dijo.- Nos vemos en una hora.-y entró en su
habitación.
Entré en la mía, dejé las
bolsas en el suelo y me tumbé en la cama pensando en lo que había dicho. “Déjate
llevar”. Exactamente esas dos palabras me las había dicho Liam hacía unas
semanas y creo que era lo que iba a hacer.
Hey girls! Antes que nada, ¡no me matéis por dejarlo así por favor! Jajajaja he tenido que parar ahí porque si no era un capítulo muy largo, pero prometo que ahora mismo sigo escribiendo para subirlos la continuación mañana o pasado. Espero que os haya gustado. Muchísimas gracias por leer y comentar :) Love u all <3
P.D.: Escritora muerta con el gif de Lou.